En una era donde llevar la última falda de lunares que saca Zara en su Instagram es sinónimo a tener un buen estatus para la sociedad, es complicado pensar o intentar ser un poco más sostenibles o «slow»con nuestra conciencia.
Realizar este ejercicio de concienciación para nuestra mente es de lo más complicado en un mundo consumista, donde a cada paso que das, las marcas te intentan vender algo que PARECE que necesitas para vivir y estar en tendencia con el resto de la humanidad. Pero que nadie se engañe, ni necesitas esa falda de lunares para vivir, ni no tenerla corresponde a estar menos integrado en la sociedad fashionista.
Desde que el fenómeno «fast fashion» o lo que es lo mismo, la democratización de la moda llegó a nuestras vidas y la industria pasó de trabajar cuatro colecciones anuales a ocho o incluso diez (pobres diseñadores), el consumo masivo se ha disparado año tras año, convirtiendo así el sector de la moda en el segundo más contaminante del mundo, después del petróleo y causar miles de enfermedades por ello. Si no estás muy puesto en el tema y quieres concienciarte un poco más que leyéndome, te recomiendo que veas el documental de Netflix «The True Cost», El verdadero coste de la moda.
The True Cost Documentary, Netflix.
Resulta alarmante pues, que según estudios realizados por el Banco Mundial, más del 30% de la contaminación de ríos y mares se debe al tratamiento de textiles que despiden químicos altamente dañinos para la naturaleza y para el ser humano mientras que a la par, las firmas retail de bajo coste, para satisfacer a los clientes, reducen aún más los costes de producción, que al final, solo se traduce en salarios mínimos a fabricantes y textiles de las peores calidades (sin hablar de las sustancias cada vez más químicas y dañinas de los tintes implicados).
No solo tenemos que realizar este ejercicio de conciencia antes de comprar alguna prenda víctima del fast fashion, sino realmente, lo que tenéis que preguntaros, es la vida que va a tener esa prenda en vuestro armario y a quien se la estais quitado en realidad. La ropa está pensada para durar cada vez menos en el armario antes de tirarla, todo en el nombre de la democratización de la moda.Sin embargo, en un mundo capitalista cuya principal ley es la de oferta y la demanda ¿Es posible ser más sostenible e ir a la moda sin morir en el intento?
La respuesta es sí, solo tienes que ser más inteligente contigo mismo y leer etiquetas para saber de qué materiales están hechas esas prendas y donde las han hecho, informarte, investigar, buscar más marcas atemporales como CUQUETES DESIGN que trabaja con un tipo de proceso distinto, o entre las muchas firmas SLOW que han nacido con grandes ideas de sostenibilidad realmente admirables, en definitiva, convertirte en un consumidor EXIGENTE y comprar de manera responsable.
Artesano trenzando esparto.
Poco a poco, la moda sostenible está encontrando su espacio dentro de la industria. Se celebran certámenes, festivales, cursos, programas de inserción, también ha crecido la información especializada en blogs, etc. Incluso, son muchos los jóvenes emprendedores que optan por este futuro que se basa simplemente en volver atrás, ese es el secreto, volver a los orígenes, volver a la atemporalidad, comprar marcas que trabajen este tipo de estructura para así poder darle más durabilidad a nuestra prenda o accesorio, al igual que intentar apostar por un comercio local y grabarnos el lema en nuestra mente de que calidad no es cantidad, en definitiva, menos es más, siempre.